“Hace unos seis años, motivado por la insatisfacción profesional y las amistades equivocadas, empecé a emprender el camino del alcohol, pensando que así resolverían todos mis problemas.

Recuerdo una noche, cuando regresaba del trabajo, después de haber bebido mucho, llegar a casa y haber descargado todo mi nerviosismo en mi esposa y en mis dos hijas. Durante la pelea, apreté con fuerza el cuello de mi mujer, lo que les asustó mucho a mis hijas. Después de eso, prometí a mi mujer que, a partir de ese día, no bebería más. Pero fue todo mentira y una tarde, después de haber estado bebiendo con mis amigos, llegué a casa borracho y mi mujer me dijo que estaba cansada de tantas promesas no cumplidas y que no quería que yo viviera con ella y nuestras hijas. Me sentí muy mal, solo, sin mi familia y sin saber qué hacer para recuperarlas.»

VIDA RESTAURADA
«Sin embargo, a través de la invitación de uno de mis cuñados, mi esposa comenzó a acudir al Centro Cristiano La Mano Que Ayuda.

Un día, ella me llamó y me propuse que la acompañara a un evento que iban a tener y yo acepté. A partir de ese día empecé a participar de las reuniones. Pasado poco tiempo, percibí que mis constantes y fuertes dolores de cabeza y la necesidad de beber fueron disminuyendo, hasta desaparecer por completo y me aparté de las malas amistades.

Desde que empecé a poner mi fe en práctica, mi vida ha sido totalmente transformada, ¡Ahora puedo ofrecer más calidad de vida a mi familia! Hoy no necesito el alcohol para olvidar mis problemas, pues Dios me da la fuerza necesaria para luchar y vencer a cada uno de ellos.»

Vicente y Paola.

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