«Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.»

(Juan 16:33)

El Señor Jesús nos garantiza paz, pero esta paz es interior; viene de la confianza en Él. Nunca nos prometió la ausencia de problemas. Tú vences un problema, y enseguida aparece otra dificultad, lista para ser vencida. Dios nunca permitirá que seas perfectamente feliz, porque si no tienes ningún problema, te relajarás en la fe. Mientras estés en este mundo, vas a tener problemas. Lo que el Señor Jesús nos deja claro es que nuestra alegría debe estar en saber que Él venció al mundo.

Si estamos con Él, obviamente también venceremos al mundo. Sin embargo, no hay cómo vencer si no hay guerra. La guerra existe para posibilitar la victoria. Solo vence quien lucha, no quien se entrega a los problemas y al conformismo.

Quien es de Dios y vive en esta lucha constante contra los problemas, no es espiritualmente sedentario. Así como los competidores deportivos están siempre ejercitando sus músculos para mantener el título, el combatiente de la fe jamás es sedentario. Lucha, sacrifica y mantiene su Salvación.


Ten buen ánimo, ve los problemas como una oportunidad de ejercitar tu fe y vencer.


 

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