Esta es una historia que tiene lugar durante un conflicto bélico. No recuerdo cuál, de los tantos que han rasgado la vida de los hombres.
Después de intenso intercambio de disparos un soldado cae gravemente herido en el campo de batalla. Sus compañeros estaban escondidos tras una trinchera, como diez metros del lugar de donde cayó el soldado.
Mientras el fuego continuaba, sus compañeros de armas discutían entre ellos sobre qué hacer. Como el fuego era intenso arrastrarse y traer a su compañero herido significaría la misma muerte.
Por un momento reinó el silencio y nadie se movió. Los soldados que estaban en la trinchera podían escuchar a su compañero herido clamar por ayuda. Entonces uno de los soldados que estaba en la trinchera empezó a mirar con detenimiento hacia fuera. No quitaba la vista dirigida al exterior. Todos los demás lo notaron y empezaron a preguntarle cosas, pero el soldado no dejaba de mirar el campo de batalla en silencio.
De repente, el soldado de la mirada fija saltó de la trinchera y se arrastró hasta donde estaba su compañero herido. Lo tomó por la solapa del uniforme, y de manera lenta empezó a regresar a la trinchera. Todo el rescate se realizó bajo un intenso ataque del enemigo.
Sorprendentemente ambos lograron llegar al refugio sin ser heridos. Después de que el fuego cesó, le preguntaron al héroe por qué había esperado tanto tiempo para rescatar a su amigo. Y él respondió:
– Solo esperé el momento oportuno. ¡Sabía que podía hacerlo!