¡Cómo avanzan las tecnologías! Las nuevas redes sociales nos permiten conectar con personas que se encuentran tanto a nuestro lado como al otro lado del mundo en… ¿Cuánto tiempo? ¿Unos segundos? Podemos conocer gente nueva, hacer amigos, pertenecer a grupos con intereses comunes, para reír, disfrutar, ayudarnos, compartir… Parece fantástico ¿verdad? ¡Y lo es!
Pero, como todo en esta vida, también existe un riesgo, la otra cara de la moneda: ¿Has escuchado hablar del Grooming o acoso a menores en la Red?
Podríamos definirlo como el conjunto de estrategias que una persona (hombre o mujer) desarrolla con el fin de ganarse la confianza de un/a menor, a través de internet, con el objetivo de obtener relaciones de tipo sexual. Estamos hablando de acoso sexual a menores a través de la Red.
Consiste en un acercamiento con empatía, generosidad, cariño, atención, comprensión… de un adulto hacia el menor, pero engañoso, donde, por medio del engaño o el chantaje, intenta obtener imágenes comprometidas del menor y, en los casos más extremos, un encuentro personal.
Los niños, en estos casos, sufren un importante daño psicológico y se sienten atrapados por la situación, incapaces de escapar, sin recursos para defenderse…
Por desgracia, la pornografía infantil -que por supuesto está prohibida-, mueve grandes cantidades de dinero y es objeto de “grandes mafias”; lo que hace que cada vez sea más demandada. A falta de un calificativo mejor, diremos que es lamentable. Y más lamentable aún es saber que, aunque muchos de estos casos se denuncian, todavía sigue existiendo un gran número de ellos que jamás lo harán.
¿Y ahora qué? ¿Cómo superarlo? ¿Poniéndole “tiritas”, “parches”, dándole “puntos”…? Las cicatrices de un daño psicológico así ¿desaparecen?
En este caso concreto, no hay nada mejor que la prevención y, esta prevención, es responsabilidad de los padres… ¡No hay otra opción! Pero, ¿cómo?
– Disminuyendo el uso de la cámara web o, todavía mejor, eliminar su uso cuando el menor esté “solo” frente al ordenador.
– Limitar la conexión a internet a un tiempo razonable y durante unos momentos determinados y siempre bajo supervisión. Esto no quiere decir que no se le pueda permitir cierta “intimidad” pero, “controlada” y no en la “soledad” de su habitación.
– Explicar debidamente al menor que nunca, jamás, y bajo ningún concepto, se comunique con desconocidos; ni siquiera, aunque digan o parezcan ser de su edad. Si no sabes quién es, si no le conoces personalmente… ¡No hables con él/ella!
– Dejarle claro, muy claro, que ante el más mínimo problema, la menor sospecha, ante cualquier cosa, por pequeña que sea, que le haga sentirse “incomodo/a”… debe solicitar ayuda y que no se preocupe que no será castigado por ello.
Recuerda que, en este caso, lo mejor es aplicar el refrán “Más vale prevenir, que lamentar”.
Maribel Salvo
Psicóloga y Vicepresidenta de LMQA