En ocasiones no pensamos que todos nuestros actos tienen unas consecuencias. Eso es lo que le ocurrió a Carlos, cuando le fue infiel a su mujer y perdió todo lo que había logrado hasta ese momento: su familia, su estabilidad económica y posteriormente su empleo. «Me sentía muy solo, triste por la separación de mi familia y totalmente hundido cuando ni siquiera tuve trabajo», recuerda nuestro protagonista.
Las malas decisiones destruyeron su vida
Cayó en una profunda depresión, descuidó su trabajo y perdió las ganas de vivir. “No encontraba sentido a nada, no tenía fuerzas y acabé refugiándome en los juegos de azar. Mis problemas crecieron aún más”, relata Carlos.
Estuvo 4 años sin trabajar y sin ningún ingreso lo que le acarreó fuertes problemas. Compartía una habitación y cuando no podía pagarla o no era capaz de hacer frente a los gastos se marchaba. “Sentía una vergüenza enorme, era humillante. Tenía que escuchar los comentarios que hacían de mí y era frustrante”, asegura.
Cada vez que le ocurría esto tenía que buscar dónde dormir porque se veía literalmente en la calle. Comprar alimentos era imposible y vivía de lo que le donaban. “Muchas veces solo podía comer una vez al día. Era angustioso levantarse y no saber si tendría algo que llevarme a la boca o si, ni siquiera, conseguiría un lugar en el que dormir”.
Un nuevo renacer
La desmotivación se adueñó de su vida y entró en un círculo vicioso. Se sentía inútil y desmotivado. Además el hecho de no ver a sus hijas le hundía aún más. Cuando ya había tocado fondo y había perdido la esperanza… un hombre le invitó a recoger una bolsa de alimentos en La Mano que Ayuda.
“Necesitaba mucho esos productos y por eso decidí acudir. Al principio fui con miedo a lo desconocido pero me recibieron con los brazos abiertos y me trataron como hacía tiempo nadie lo hacía”, cuenta Carlos. Así que, posteriormente, siguió acudiendo también a las charlas de motivación y comenzó a salir adelante.
“Actualmente tengo trabajo, lucho por lograr cada vez mayores objetivos, he aprendido a valorar a las personas y las cosas que tengo en mi vida, la relación con mis hijos es maravillosa y tengo más ganas de vivir que nunca”. Carlos ha retomado las riendas de su vida y ahora, además, ayuda a otros que están atravesando momentos complicados ya que es voluntario de La Mano que Ayuda en la sede de Barcelona.