«Porque este mandamiento que te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.» (Deuteronomio 30:11-14)

La Palabra de Dios es simple. Simple para los simples. Difícil, solo para los complicados, que no quieren someterse. Para los humildes e interesados, es totalmente practicable. No requiere habilidades o súper poderes. No requiere ayuda de santos y mediadores. No tiene «Ah, no puedo», «Ah, es muy difícil». No es así. Es mejor asumir «No quiero esforzarme» o «No estoy dispuesto».

Sí, el camino es difícil, pero la Palabra es simple. Y simple también es el acto de obedecer. No des excusas a lo que no quieres hacer. Si es necesario renunciar a algo, renuncia. Si es necesario esforzarse, esfuérzate. El resultado vale la pena. Vale la pena porque es Eterno.

La Palabra está ahí, para ser cumplida, practicada. No es una palabra mágica que funciona sin esfuerzo. Es Palabra Viva, exige un cumplimiento diario. Sin excusas incoherentes.

Abrir chat
Hola 👋🏼, ¿En qué te podemos ayudar?