Era un joven que tenía una enfermedad muy grave, por tal motivo nunca había salido de su casa y siempre estuvo bajo el cuidado de su madre. Pero esta situación llegó a hartarlo y un buen día decidió salir por primera vez de su hogar, le pidió permiso a su madre y ella aceptó.
Al pasar por una librería, vio una joven muy linda, casi de su misma edad, y se sintió atraído hacia ella. Fue amor a primera vista. Entró en la librería y se acercó poco a poco hacia la joven.
Ella lo miró sonriente y el preguntó:
– ¿Buscas algún libro?
El muchacho no pensaba en otra cosa más que en la sonrisa de la joven. Era la más hermosa que había visto. Sintió deseos de decirle algo y tartamudeando dijo:
– Me gustaría comprar un libro.
Y sin pensarlo tomó el primero que vio, pagó y se retiró del lugar. A partir de aquel día, buscó un motivo para regresar a la librería y que lo atendiera la misma chica. Sin embargo como era muy tímido, no se atrevía a invitarle a salir.
Al enterarse su mamá de sus sentimientos, lo animó a que le hablara a la muchacha. Así, al día siguiente, el muchacho regresó nuevamente a la librería a comprar otro libro y al momento de retirarse, mientras la joven no la estaba viendo, dejó en un lado del mostrador un papelito donde había anotado su número telefónico.
Al cabo de unos días la muchacha de la librería llamó a la casa del muchacho enfermo y le dijeron había fallecido. Más tarde, cuando la mamá del chico subió a su cuarto para guardar sus cosas, encontró varios libros nuevos; al comenzar a revisarlos, notó que en cada uno de ellos había una tarjeta que decía: «eres un chico lindo, me gustaría conocerte. La chica de la librería.»
La vida a veces suele ser así. «No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.»